sábado, 28 de junio de 2014

La colección de discos de Cortázar


Tuve que vender íntegra la discoteca de jazz (no sonría mefistofélicamente) y le aseguro que me fue un dolor grande, porque ese tipo de disco es irremplazable. Yo la había empezado en 1933, con mis primeros pesos; con otros estudiantes amigos nos reuníamos en un sótano, con una victrola a cuerda, para escuchar a Louis Armstrong y a Duke Ellington. Después pude agregar otras cosas, y llegue a tener unos doscientos discos de primera línea. Realmente ahora no sabía qué hacer, a mis amigos no les interesa el jazz, de manera que prestar esos discos era imposible.Por otro lado alguien me ofreció un precio conveniente por el total. Yo miré el asunto metafísicamente, y descubrí que mi deseo de conservar los discos obedecía al maldito sentimiento de propiedad que es la ruina de los hombres. La vendí a ojos cerrados, cierto que sufriendo mucho (el saber que nos está cerrado no causa ningún placer y alivia la sensación de desgarramiento y de perdida). Después me puse a distribuir discos de lis otros entre amigos que podrán aprovecharlos. Vendí muchos, y los otros, los más queridos, los puse en manos que sabrán oírlos. Me gusta pensar que en algunas noches de Buenos Aires, música que fue mía, crecerá en una sala, en una casa, y será realidad para gentes a quienes quiero.

Julio Cortázar - De una carta a Fredi Guthmann, 8 de octubre de 1951

viernes, 27 de junio de 2014

Julio Cortázar - Scrapple from the Apple


Poema inédito ¿1982?

Escribiendo con la lapicera roja que me diste
Escuchando Scrapple from the Apple
el Bird encaramado en su percha
proyecta cada cosa a su ser más alto
dibuja en el aire el laberinto de la música

pienso en ti más y más
te hablo a través de Bird          a través de mi corazón
te digo que no pienses negro sino profundo brillante azul
Piensa patinar piensa libélula
porque nosostros pasamos pero ellos no quieren pasar
nunca pasarán si piensas rosa si sonríes abeto
oh pequeña ardilla oh tú guardiana de la miel
Quiero ver tus pestañas apuntando a las estrellas
tus manos jugando con la bola de cristal que me diste

No pienses baltimore piensa venecia
vive en la rue martel ríe nuestro dormitorio
abrázame neruda picasso quiéreme alban berg
mientras yo te sostengo luciérnaga una vez más en saint-anne
Te quiero tanto silenciosa hacedora de música
que no necesito sonidos para lanzarme girando
a un viaje llamdao carol
llamado amor

Julio Cortázar


miércoles, 25 de junio de 2014

Jimmy Scott R.I.P.




Mejor que leáis el artículo de Chema García Martínez en EL PAÍS, que es quién me ha recomendado esta mavillosa versión de Jimmy.



lunes, 23 de junio de 2014

Hard Bop

Autor: Bob Willoughby
Como reacción al cool jazz se desarrollaron diversos estilos en general, existió un movimiento de "vuelta a las raíces", esto es, al blues, los espirituales y la canción gospel. Algunos instrumentistas negros consideraban que se había privado al jazz de su vigor y emoción por un abuso de efectos superficiales, y que el jazz debería regresar a su función primaria de comunicación directa con los oyentes. Según Gillespie el movimiento… se denominó "hard bop" (bop duro), porque, reafirmaba la primacía del ritmo y del blues en nuestra música, y el esfuerzo que exigía tocarlo te llenaba de sudor. 
Entre los dirigentes del nuevo movimiento se encontraban artistas del bop como Dexter Gordon (1923-1990), Thelonious Monk (1917-1982), Theodore Navarro (1923-1950), Max Roach (1924), el pianista Horace Silver (1928), el batería Art Blakey (1919-1990), los saxos altos Julian Cannonball (bólido) Adderley (1928-1975) y Jackie McLean (1931), los saxos tenores Henry "Hank" Mobley (1930-1986) y Theodore "Sonny" Rollins (1930), los trompetas Nathaniel "Nat" Adderley (1931), Clifford Brown (1930-1956) Donald Byrd (1932) y Lee Morgan (1938-1972), y el organista James "Jimmy" Smith (1928).
La documentación para la nueva música se encuentra en álbumes como Hard Bop (1956) y Buhaina's Delight (el placer de Buhaina's) (1961), de Blakey, The Catwalk (la pasarela) (1961), de Byrd; Bluesnik (1961), de McLean, y Finger Poppin' (estallando el dedo) (1959) de Silver, por citar unos cuantos. 
Roach y Blakey crearon patrones interpretativos para los baterías con sus pulsaciones insistentes y sin pausa, el golpe de platillo para dar fuerza a las estructuras sincopadas y la tendencia a jugar con polirritmias en la percusión. Silver y los otros pianistas tocaban blues en estilo funky, esto es, con lentitud y expresividad, y "marcando el ritmo con dureza". Los instrumentistas de metal tocaban con brío, utilizando frases fluidas o angulosas, pero con gran emotividad y libertad en el fraseo y la improvisación melódica.

Eileen Southern - Historia de la música negra norteamericana


viernes, 20 de junio de 2014

Horace Silver R.I.P.


Horace Silver, ‘cocinero’ del jazz

El pianista y compositor era una de las últimas leyendas del género

Se llamaba a sí mismo un “cocinero del jazz”. “El jazz debe tener su puntito picante”, afirmaba. "Si no, no sabe a nada". Horace Silver, pianista, compositor e icono del jazz en la década de los cincuenta y sesenta, falleció el pasado miércoles en su domicilio de Nueva Rochelle, Nueva York, a los 85 años. Su salud, que llevaba tiempo deteriorada, le había apartado en los últimos tiempos de la práctica musical. “Sé que un día voy a morir”, confesaba durante su visita a San Sebastián en 1996, “pero siempre habrá quien toque mi música”. Palabras proféticas de quien supo ensamblar los lenguajes del gospel, elblues y la bossa novaen el común denominador del jazz: “Horace Silver es uno de los músicos más influyentes en la historia del jazz como intérprete, director de banda, arreglista o componiendo” (Christian McBride).

Horace Ward Martin Tavares Silver nació un 2 de septiembre de 1928 en la localidad de Norwalk, Connecticut, en el seno de una familia multirracial. Su padre, John Tavares Silva, había viajado desde Cabo Verde a los Estados Unidos con el firme propósito de no regresar jamás; allí hizo fortuna y conoció a la madre del artista, por cuyas venas corría sangre irlandesa y africana a partes iguales.

Decidido a hacerse un nombre en el mundo de la música, el pequeño Horace cambió varias veces de instrumento hasta encontrar su propia voz en el piano: “Me gustaba el piano”, declaraba, “pero, sobre todo, me gustaba Bud Powell”.

En diciembre de 1950 el pianista, aún desconocido, actuaba con su cuarteto en un pequeño tugurio de provincias cuando fue avistado por Stan Getz. Sorprendentemente, el astro del saxofón, por lo común poco amigable y bastante competitivo, decidió hacerse cargo de la carrera del joven jazzista grabando varias de sus composiciones y consiguiéndole diversos contratos de actuación para su conjunto: “Nunca podré pagarle a Getz lo que hizo por mí cuando más lo necesitaba”. Al año siguiente, Silver establecía su residencia en Nueva York. Sin apenas tiempo para deshacer sus maletas, el pianista se haría cargo de las jam sessions de la noche de los lunes en el club Birdland, epicentro de la movida jazzística de la Gran Manzana en aquellos años. El recién llegado entraba en contacto con la crema y nata musical neoyorquina: “Éramos jóvenes y queríamos devolverle al jazz algo de su pimienta”.

El nuevo jazz salpimentado vio la luz bajo la denominación genérica dehard bop: “En esencia, se trataba de devolver al jazz moderno a sus orígenes del blues y la música gospel”. La fórmula alcanzaría su más perfecta formulación en la música de The Jazz Messengers, verdadero buque escuela del jazz contemporáneo fundado por Silver y el baterista Art Blakey, cuya vida se prolongaría por décadas bajo la dirección del segundo. Silver y Blakey —tanto monta, monta tanto— dejarían el sello indeleble de su breve pero fructífera colaboración en un disco magistral:A night at Birdland.

1956 será un año crucial en la carrera del pianista, que estrenó grupo propio y sello discográfico: “Se habla mucho del sonido Blue Note pero, en realidad, debería ser el sonido Horace Silver”, lamentaba el músico. Contradiciendo su modus operandi habitual, Alfred Lion, el omnipresente fundador y director de Blue Note Records, otorgó a Silver un amplio poder de decisión sobre sus propias producciones. Una de sus composiciones, The preacher, editada en contra de la opinión de Lion, que la juzgaba demasiado sensiblera, llevó por vez primera el nombre del pianista a las listas de éxitos. Seguirían otras muchas a lo largo de la década: Señor Blues, Nica's Dream, dedicada a la baronesa y notable mecenas del jazz Nica de Koenigswarter, y Song for my father (Cantiga para meu pai), inspirada lejanamente en los ritmos caboverdianos y en la bossa nova. Solo de esta melodía se contabilizan versiones de George Benson, Leon Thomas, Cedric Im Brooks & The Light of Saba, Us3 —acaso la más conocida—, David Benoit, Kermit Ruffins o el productor de hip-hop Madlib. Llegado a su plenitud creativa, Horace Silver crea tendencia con su música y a través de las portadas de sus discos; sus conjuntos son un semillero de futuras estrellas del jazz, entre ellos, los saxofonistas Hank Mobley y Joe Henderson o los trompetistas Blue Mitchell y Woody Shaw.

Con el cambio de década, el delicado equilibrio entre los diversos lenguajes que convivían en la música de Horace Silver comenzó a quebrarse. El pianista sería de los primeros músicos de jazz en intentar un muzak de contenido dudoso y alcance, se supone, masivo: “A lo largo de la vida uno aprende a tomar decisiones y, claro, puede equivocarse, pero siempre debe ser fiel a sí mismo, y yo, puedo decirlo, lo he sido, aunque haya quien no acepte algunas cosas que he hecho”. Su consiguiente acercamiento al “jazz soul” venía a ser el resultado de una visión cósmico-filosófica de la existencia, a la que dio forma de disco en The United States of mind (con el propio Silver cantando en diversos de los cortes) y Silver 'n strings play the music of the spheres, editado en 1979. Al año siguiente, el pianista pondría fin a su relación de varias décadas con Blue Note para fundar su propio sello discográfico de corta vida, Silveto. Su autobiografía, Let´s go to the nitty gritty, vio la luz en 2006.

Autumn Leaves ¿Última entrega?

A saber...

jueves, 19 de junio de 2014

Bobby Scott

Bobby Scott (29 enero 1937 a 5 noviembre 1990) fue un músico, productor y compositor americano de jazz.
Nacido como Robert William Scott en Mount Pleasant, Nueva York,  se convirtió en pianista, vibrafonista y cantante, y también podía tocar el acordeón, violonchelo, clarinete y contrabajo. Estudió con Edvard Moritz en el Colegio La Follette de música a la edad de ocho años, y ya estaba trabajando profesionalmente a los 11.  
En 1952 comenzó a viajar con Louis Prima, y ​​también colboró con Gene Krupa y Tony Scott, en la década de 1950. En 1956 conmocionó los EE.UU. Billboard Hot 100 con la canción "Chain Gang", alcanzando el puesto # 13. (No es la misma canción "Chain Gang" de Sam Cooke.) Vendió más de un millón de copias, y fue galardonado con un disco de oro.
Como líder de banda, realizó sesiones para Verve, ABC-Paramount, Belén y MusicMasters. Como compositor, ganó un premio Grammy por Mejor Composición Instrumental por la canción "A Taste of Honey". Además de "A Taste of Honey", Scott también co-escribió la canción  "He Ain't Heavy, He's My Brother".  En la década de 1960 se hizo profesor de música y estudió de nuevo con Moritz, pero de vez en cuando siguió grabando, un ejemplo es un álbum de homenaje a Nat King Cole lanzado en la década de 1980. También hizo arreglos de easy listening jazz paa músicos como Les y Larry Elgart.
Scott falleció de cáncer de pulmón en noviembre de 1990, a la edad de 53 años.



miércoles, 18 de junio de 2014

Terry Pollard


Terry Pollard (agosto 15, 1931 a diciembre 16, 2009) fue una pianista de jazz prominente en la escena del jazz de Detroit de los años 1940 y 1950. Ha sido descrita como  "intérptrete  importante que inexplicablemente fue pasada por alto ". 
Pollard comenzó su carrera colaborando con otros músicos de Detroit, como Billy Mitchell (y Elvin Jones, en la banda de la casa en el Blue Bird Inn ), Johnny Hill, y el Emmitt Slay Trio. Fue descubierta por Terry Gibbs y viajó con él a principios de 1950, tocando el piano y vibráfono. Grabó un disco con el, Terry Gibbs Quartet - Featuring Terry Pollard apareció con Gibbs en un episodio de The Tonight Show conducido por Steve Allen.  Sus colaboraciones con Gibbs 1953-57 marcaron el apogeo de su carrera.
Pollard también actuó junto a John Coltrane, Charlie Parker, Miles Davis, Chet Baker, Nat King Cole, Dinah Washington, Duke Ellington y Ella Fitzgerald. 

Pollard grabó un álbum como solista homónimo para Bethlehem Records en 1955 y ganó el premio Down Beat Magazine New Artist en 1956. Pollard se retiró de su carrera musical a tiempo completo al poco tiempo con el fin de formar una familia, pero continuó tocando a nivel local en Detroit y actuando con artistas invitados, incluyendo a Diana Ross y las Supremes. Fue incñuçida en el Salón de la Fama del Jazz de Michigan.

Sus contribuciones a la escena del jazz de Detroit a mediados de siglo se reconocieron en el libro Before Motown: A History of Jazz in Detroit 1920-1960, de Lars Bjorn y Jim Gallert.


martes, 17 de junio de 2014

Lisa Fischer


Lisa Fischer (nacida el 01 de diciembre 1958) es una cantante de R & B y compositora estadounidense. Saltó a la fama en 1991 con su álbum de debut que resultó ganador del Premio Grammy con el tema "How Can I Ease the Pain?". Conocida por su amplia gama de registros vocales, Fischer ha sido reconocida como una de los vocalistas de sesión más grandes de la historia. Ha sido cantante de coros para una serie de artistas famosos, como Luther Vandross y Tina Turner, y ha realizado giras con The Rolling Stones desde 1989, donde su popularidad entre los aficionados le viene de los intensos dúos mantenidos con Mick Jagger sobre el escenario.

lunes, 16 de junio de 2014

Let´s get lost



La música de su trompeta parece mover las ramas de las palmeras de Santa Monica, mientras la cámara pasea por la noche. En el interior de un automóvil, rodeado por dos bellas chicas, Chet Baker se dirige a un destino inexorable con los ojos cerrados. Apenas puede hablar, su rostro aparece en la penumbra... Le faltan sólo unos meses para morir en un hotel de Ámsterdam. La descripción corresponde a unas de las primeras escenas de Let's get lost (Vamos a perdernos), el documental de Bruce Weber sobre Baker, que ganó el Oscar de Hollywood en 1988, un impresionante testimonio del final de un genio con una vida turbulenta y marcada por su adicción a la droga. La noche que filma Weber podría haber sido la última porque en ella el ojo de la cámara rastrea el pasado del artista. Le vemos en un flashback con poco más de 20 años, jugando en la playa con unos amigos mientras su joven y bellísima esposa baila junto al mar. Nunca he visto mejor representada la sensación de fugacidad de la felicidad. Baker lo tuvo todo y lo destruyó todo. Tras tocar con Gerry Mulligan y Charlie Parker se convirtió en un icono de la cultura americana en los años 50, cuando se llegó a escribir de él que era una mezcla de James Dean y Frank Sinatra. La comparación no me gusta, pero nadie -yo creo que ni siquiera Miles Davis- ha podido sacar tanta magia de una trompeta como Baker. El verano pasado veía cada tarde ponerse el mar por el oceáno desde mi terraza en Bayona mientras escuchaba sus discos saboreando una copa de orujo helado. Baker no sólo tocaba maravillosamente la trompeta sino que además cantaba con una peculiar voz que no soy capaz de caracterizar. Era un autodidacta que había saltado a la fama por su talento tras debutar en bandas del Ejército y luego actuar en los clubes de San Francisco, donde conoció a Stan Getz y Charlie Parker. Su colaboración con Gerry Mulligan en el sello Pacific Jazz Records fue probablemente la etapa más fructífera de su vida con algunas grabaciones que han pasado a la historia del género. De esa época es My Funny Valentine con el Gerry Mulligan Quartet. Escucho esas interpretaciones y me invade un sentimiento de nostalgia y añoranza de un tiempo que se fue para siempre, mientras vagan por mi cabeza las tristes imágenes de Let's get lost. Sí, vamos a perdernos con su música porque todo es pérdida en nuestra existencia. Lo que hizo Chet Baker es perderse más deprisa, como si tuviera miedo de que la vida se le escapara de las manos. Pero nos queda su trompeta y su voz susurrante en el silencio de la noche mientras la brisa agita los árboles en la costa de California. De allí surgió su espíritu y allí permanece flotando en ese movimiento místico de las palmeras danzando en la oscuridad.


domingo, 15 de junio de 2014

Escritos de Boris Vian



Febrero 1955 

Crónica de Boris Vian 


Ya les he hablado de un señor bien negro de dos metros de estatura y ciento veinte kilos de peso llamado Big Jay Mcneely, quien ha descubierto que lo mejor para hacer buen jazz es tirarse al suelo tocando la misma nota durante veinte a treinta minutos de un tirón… Hay una anécdota bien divertida sobre el personaje. Parece que anduvo por Minneapolis donde prodigaba todas las tardes su cuota de sudor a los espectadores; resulta que el local donde tocaba, acabó por incendiarse. Es un detalle, pero ha habido imitadores por todas partes. Chez Augie, el trío de Eugene Jackson (un tipo que tocaba en las viejas películas mudas de Pathé, con todos esos chiquillos insoportables) ha montado un pequeño y ligero puente volante, inclinado entre el escenario y el bar, donde Jackson, que carece de las facultades transpirantes de Big Jay, se pone a bailar zapateo americano mientras toca el saxofón y se desliza por el puente. En el bar de Grand Lac, otro artista inspirado hace colocar un disco de Big Jay y lo imita tocando un salchichón, seguido de un sirviente que arrastra una bayeta para limpiar el sudor. 

¡Eh! Es bello el jazz.
(Traducción de Bartolomé Leal)


LOS PERROS, EL DESEO Y LA MUERTE
Cuento publicado originalmente con el seudónimo de «Vernon Sullivan». (N. del E.)

Me han jodido... Mañana voy a la silla. Pero lo escribiré en cualquier caso, pues me gustaría dejar una explicación. El jurado, como es natural, no comprendió nada. Además, Slacks está muerta. Me resultaba difícil hablar sabiendo que no me creerían. Si Slacks hubiera podido arrojarse del coche, si hubiera podido venir a contarlo... Pero por fin todo ha terminado. Ya no hay nada que hacer. Al menos en este mundo.
Lo malo, cuando se es taxista, son las maniáticas costumbres que se adoptan. Se circula durante todo el día y, por fuerza, acaban por conocerse todos los barrios. Hay algunos que se prefieren a otros. Conozco tipos, por ejemplo, que se dejarían hacer picadillo antes de llevar a un cliente a Brooklyn. Yo los llevo de buen grado. Los llevaba, quiero decir, porque ya no podré volver a hacerlo. Sí, es cuestión de costumbre.
Como ésa que me dio de pasar casi todas las noches, hacia la una, por el Three Deuces. Cierta vez llevé a ese sitio a un cliente borracho perdido. Se empeñó en que entrara con él. Cuando salí, conocía de sobra el género de chicas que en aquel antro podían encontrarse. El resto vino rodado, como podrán comprobar por ustedes mismos..

Todas las noches, entre la una menos cinco y la una y cinco, pasaba por el lugar. Ella salía mas o menos a esa hora. En el Deuces actuaban cantantes con mucha frecuencia, y yo sabía quién era ella. La llamaban Slacks* porque llevaba pantalones más a menudo que cualquier otro tipo de indumentaria.
Después los periódicos dijeron también que era lesbiana. Casi siempre salía acompañada por los dos mismos fulanos, su pianista y su contrabajo, y se metían los tres en el coche del primero. Hacían un pase por otro antro, como diversión, y regresaban más tarde al Dcuces para acabar la noche. Esto lo supe más tarde.

Nunca permanecía demasiado tiempo allí. No podía conservar libre mi taxi durante todo el rato ni tenerlo estacionado demasiado tiempo. Siempre había más clientes en aquel lugar que en ningún otro sitio del recorrido habitual.
Pero, en la noche de la que hablo, tuvieron una agarrada entre los tres que resultó cosa seria. Ella le atizó al pianista un soberano puñetazo en el rostro. Tenía la mano singularmente pesada la maldita. Lo tiró al suelo con tanta facilidad como lo hubiese hecho un poli. Desde luego, él iba bastante bebido, pero aunque hubiera estado sobrio creo que se habría caído. Sólo que, borracho como una cuba, quedó tendido en la acera, mientras que el otro intentaba reanimarle arreándole bofetadas tales como para arrancarle la cocotera. No pude ver el final porque la chica optó por largarse. Abrió la portezuela del taxi y se sentó a mi lado, en el traspontín. Después encendió un mechero, y se puso a contemplarme colocándomelo debajo de las narices.
-¿Quiere que encienda la luz?
Contestó que no, y apagó el mechero. Nos pusimos en marcha. Un poco más lejos, después de haber girado en York Avenue, le pregunté la dirección, pues me di cuenta de que todavía no me había dicho nada.
-Todo recto.
A mí me daba lo mismo, claro está; el contador estaba funcionando. Así que continué recto. A esa hora sigue habiendo gente en los barrios de las boîtes, pero en cuanto se deja el centro, se acabó: las calles están desiertas. Nadie lo cree, pero pasada la una, es peor que los suburbios. Algunos coches solamente, y un tipo de vez en cuando.
Después de la idea de sentarse a mi lado, no cabía esperar gran cosa de la normalidad de la chica. La veía de perfil. Tenía el pelo negro llegándole hasta los hombros, y el tono de piel tan pálido que le daba aspecto casi enfermizo. Los labios pintados de un rojo casi negro, daban a su boca la apariencia de una oscura madriguera. El coche seguía su camino. Por fin se decidió a hablar.
-Déjeme conducir.
Paré el automóvil. Estaba decidido a no llevarle la contraria. Había visto la manera en que acababa de poner fuera de combate a su amigo, y no me apetecía en absoluto tener que vérmelas con una hembra como aquélla. Me disponía a echar pie a tierra cuando me agarró por el brazo.
-No merece la pena. Pasaré por encima de usted. Haga sitio.
Se sentó primero sobre mis rodillas y, a continuación, se deslizó a mi izquierda. Era de carnes firmes como una barra de hielo pero su temperatura era muy otra.
Se dio cuenta de que la cosa me había afectado; se puso a sonreír, pero sin malicia. Tenía aspecto de estar casi contenta. Cuando arrancó, pensé que la caja de velocidades de mi viejo cacharro iba a explotar.
Nos hundimos como veinte centímetros en los respectivos asientos, tan brutal fue su manera de poner el coche en marcha.
Nos acercábamos a la parte del Bronx después de haber atravesado Harlem River, y seguía pisando el acelerador como una loca. Cuando me movilizaron tuve ocasion de ver conducir en Francia a determinados fulanos. Desde luego sabían darle marcha a un automóvil, pero, aun así, no lo castigaban ni la cuarta parte que aquella furia con pantalones. Los franceses se limitan a ser peligrosos. Ella era un cataclismo. Sin embargo, yo seguía sin decir nada.
¡Oh, el asunto les hace sonreír! Seguramente piensan que con mi estatura y mis músculos habría podido poner en su sitio a la damisela. Pero no, tampoco ustedes lo hubieran intentado después de ver la boca de aquella chica y el aspecto de su cara al volante del coche. Pálida como un cadáver, y aquel agujero negro... La miraba de reojo sin decir ni pío y procuraba estar atento al mismo tiempo. No me hubiese gustado nada que un poli nos hubiera visto a los dos en el asiento de delante.
Como ya he dicho, tampoco podrían ustedes creer la poca gente que se ve a partir de determinada hora en una ciudad como Nueva York. La chica daba una vuelta tras otra metiéndose por no importa qué calle. Circulábamos manzanas enteras sin encontrar ni un gato y, de vez en cuando, distinguíamos a uno o dos individuos. Un mendigo, en ocasiones una mujer y personas que regresaban de su trabajo. Hay tiendas que no cierran antes de la una o las dos de la madrugada y otras que incluso permanecen abiertas toda la noche. Cada vez que veía un fulano sobre la acera de la derecha, la chica daba un volantazo y procuraba pasar rozando el bordillo, lo más cerca posible del individuo en cuestión. Antes de llegar a su altura frenaba un poco. Después, daba un acelerón justo en el momento de pasar a su lado. Yo continuaba sin decir ni mus, pero a la cuarta vez que lo hizo, le pregunté:
-¿Para qué hace usted eso?
-Supongo que me divierte -contestó.
No respondí nada. Ella me miró. Como no me gustaba que separase los ojos de la calzada mientras conducía, la mano se me fue atomáticamente a sujetar el volante. Entonces, como el que no quiere la cosa, me la golpeó con su puño derecho. Pegaba como un caballo. Se me escapó una maldición, y ella volvió a sonreír.
-Resultan tan ridículos cuando saltan en el aire al oír el ruido del motor...
Sin duda alguna, tenía que haber visto al perro que en aquel momento cruzaba la calle. Me dispuse a agarrarme a algún sitio para prevenir las consecuencias del frenazo. Pero, lejos de aminorar la marcha, aceleró a fondo. Pude sentir el choque y oír el ruido sordo proveniente de la parte delantera del automóvil.
-¡Cuernos! -exclamé-. ¡Está empezando a pasarse! Un perrazo como ése ha debido abollarme la cafetera...
-¡Cierra el pico!
Parecía estar en trance. Los ojos le parpadeaban y el cacharro comenzó a hacer ligeras eses. Dos manzanas mas adelante paró junto a la acera.
Intenté bajar para ver si el golpe había dejado señales en la carrocería, pero volvió a cogerme por el brazo. Respiraba resoplando como un caballo. En aquel momento, su cara... No, no puedo olvidar su cara... Ver a una mujer con esa expresión cuando es uno mismo quien la ha provocado es todo un placer, estamos de acuerdo... Pero estar a kilómetros de pensar en eso y verla así de repente... Había cesado de moverse y se limitaba a apretar cada vez con más fuerza el puño. Babeaba un poco. Tenía húmedas las comisuras de los labios. Miré hacia fuera. No sabía dónde estábamos, pero no había nadie. Su pantalón se abría con un cierre de cremallera. En el interior de un coche, por regla general, no suele quedar uno demasiado satisfecho. Pero, a pesar de eso, nunca olvidaré aquella vez. Ni siquera mañana, cuando los muchachos me hayan afeitado ya la cabeza.
Un poco después la hice volver a pasar a la derecha y cogí de nuevo el volante. Casi inmediatamente me obligó a parar el coche. Se arregló lo mejor que pudo, sin parar de jurar como un carretero, y echó pie a tierra para acomodarse en la parte de atrás. Acto seguido me dio la dirección de una sala de fiestas a la que tenía que ir a cantar. Intenté darme cuenta de dónde nos encontrábamos. Me sentía perdido, como cuando uno se levanta después de un mes de convalecencia. Pero conseguí mantenerme en pie, cuando a mi vez, bajé para echar un vistazo a la parte delantera dcl coche. No tenía nada. Apenas una mancha de sangre extendida sobre la aleta derecha por efecto de la velocidad. Podía tratarse de cualquier tipo de mancha. Lo más rápido era dar media vuelta y regresar por el mismo camino.
La veía en el retrovisor. Iba fisgoneando por el cristal de la portezuela. Cuando distinguí la mancha negra de la carroña sobre la acera, volví a oírla. De nuevo respiraba con más fuerza. El perro se movía todavía un poco. Debíamos haberle quebrado los riñones, y el animal se había arrastrado hasta el bordillo.
Sentí ganas de vomitar y me noté desfallecer, pero, a mi espalda, ella comenzo a reírse. Viendo que me sentía mal, se puso a injuriarme en voz baja. Me decía cosas terribles, y hubiera podido poseerla otra vez allí mismo, en mitad de la calle.
No sé de qué estarán hechos ustedes, amigos, pero por mi parte, en cuanto la hube dejado en la sala de fiestas donde iba a seguir cantando, no pude quedarme fuera esperándola. Volví a ponerme en camino casi al instante. Tenía que volver a casa. Sentía necesidad de acostarme. Vivir solo no siempre resulta muy agradable, pero, carajo, felizmente estaba solo aquella noche. Ni siquiera me desnudé. Bebí algo de lo que tenía y me eché sobre el catre. Estaba muerto. Estaba verdaderamente muerto.
Por lo demás, al día siguiente por la noche estaba como un clavo en el mismo sitio, y la esperaba justo delante de la puerta. Bajé la bandera y me apeé para estirar un poco las piernas. Había movimiento en aquel lugar. No podía quedarme más rato. Y, sin embargo, la esperaba. Salió a la misma hora de siempre.
Puntual como un reloj, la chica aquella. Casi al instante me vio. Y, desde luego, me había reconocido. Los dos fulanos la seguían como de costumbre. Ella sonrío con su sonrisa habitual. No, no se cómo decirlo. Al verla frente a mí, sentí que el suelo desaparecía bajo mis pies. Abrió la puerta del taxi, y los tres se metieron en su interior. Se me cortó la respiración. No me lo esperaba. Idiota, me dije. ¿Cómo no te has dado cuenta de que para una mujer como ésta todo se queda en caprichos? Una noche tal vez le hayas apetecido, pero la siguiente no eres más que un conductor de taxi. Un desconocido.
¡Y que lo digas...! ¡Un desconocido...! Conducía como un tarugo, y a punto estuve de empotrarme en la trasera del cochazo que llevábamos delante. Echaba humo, seguro. Me sentía mal y todo. Detrás de mí, los tres lo estaban pasando bomba. Ella les contaba historias con su voz hombruna, aquella voz, carajo, que parecía salir de la garganta a contrapelo. Oírla hacía el mismo efecto que una buena curda.
En cuanto llegamos, se apeó la primera. Los dos tipos ni siquera hicieron intención de pagar. También la conocían... Desaparecieron en el interior del local, y ella se asomó a mi ventanilla para acariciarme la mejilla como si fuese un niño. Acepté su dinero. No tenía ganas de discusiones. Intenté decirle algo, pero no supe qué. Fue ella quien habló.
-¿Me esperas? -dijo.
-¿Dónde?
-Aquí. Salgo dentro de un cuarto de hora.
-¿Sola?
Yo no cabía en mi pellejo. Hubiera querido retirar lo dicho, pero ya no podía retirar nada. Me clavó las uñas en la mejilla.
-¡Habráse visto! -dijo.
Sonreía todavía. Yo apenas si me daba cuenta de nada. Me soltó casi enseguida. Me toqué el carrillo.
Sangraba.
-No es nada -añadió-. Te habrá dejado de sangrar cuando salga. Me esperas, ¿eh? Aquí.
Se metió en la boîte. Intenté verme en el retrovisor. Tenía tres marcas en forma de media luna en mitad de la mejilla. Una cuarta, algo mayor, frente a las anteriores. Apenas si salía sangre. No me dolían.
Así que esperé. Aquella noche no matamos nada. Por mi parte, tampoco obtuve recompensa.
Me pareció que hacía tiempo que no hacía el asunto ése. Como no hablaba mucho, tampoco sabía demasiado sobre su vida. En cuanto a mí, vivía aletargado durante el día y, por la noche, cogía el armatoste y me iba a buscarla. Ya no se sentaba a mi lado. Hubiera sido demasiado tonto dejarnos echar el guante por eso. Cuando lo pedía, yo me bajaba y ella se ponía en mi sitio. Al menos dos o tres veces por semana conseguíamos dar caza a algún perro o a algún gato.
Pienso que empezó a apetecerle algo más a partir del segundo mes. La cosa comenzaba a hacerle menos efecto que las primeras veces, y creo que por entonces se le ocurrió la idea de buscar una presa más importante. El asunto me parecía natural, para qué engañarles... Ella no reaccionaba ya como antaño, y a mí me apetecía que volviera a hacerlo. Sí, lo sé. Dirán que soy un monstruo, pero ustedes no conocieron a aquella chica. Matar un perro o matar a un niño; me hubiese dado igual con tal de complacerla. Así que nos cargamos a una joven de quince años. Estaba paseando con su amigo, un marinero. Volvían del parque de atracciones... Pero mejor será que lo cuente.
Slacks se mostraba implacable aquella noche. En cuanto se montó, me di cuenta de que necesitaba algo. Al instante comprendí que, aunque tuviéramos que rodar toda la noche, habría que encontrar algo.
¡Caray, la cosa se presentaba mal! Enfilé directamente por Queensborough Bridge y, desde allí, por las autopistas de circunvalación. Nunca había visto tantos coches y tan pocos peatones. Lo normal, me dirán ustedes, en las vías rápidas. Pero aquella noche no me lo parecía. No, no estaba en lo que hacía. Rodamos kilómetros y kilómetros. Dimos toda la vuelta y, al final, nos encontramos en pleno Coney Island. Slacks llevaba el volante desde hacía un rato. Yo iba detrás, procurando sujetarme bien en los virajes. Simplemente esperaba, como de costumbre. Dicho está que yo vivía aletargado. Y sólo me despertaba cuando ella pasaba a la parte de atrás para reunirse conmigo. ¡Cuernos! No quiero volver a pensar en ello. La cosa fue simple. Comenzaba a zigzaguear desde la Veinticuatro Oeste hacia la Veintitrés, cuando les vio. Se divertían aminando él sobre la acera y ella a su lado, por la calzada, para parecer aun mas pequeña. El muchacho era grandote, un mocetón. Vista de espaldas, la chica parecía muy joven. Tenía los cabellos rubios y llevaba un vestido diminuto. No había demasiada luz. Vi el movimiento de las manos de Slacks sobre el volante. Qué zorra. Bien sabía lo que se hacía. Cargó sobre el bordillo y enganchó a la chica a la altura de las caderas. Tuve la impresión de estar a punto de reventar. Sin embargo, reuní fuerzas para volver la cabeza. Como un amasijo de carne inerte, la joven estaba en el suelo. Su amigo gritaba y corría detrás de nosotros. Después vi salir de su escondrijo un coche verde, uno de los antiguos patrulleros de la policía.
-¡Más rápido! -grité.
Ella me miro un segundo, y a punto estuvimos de subirnos a la acera.
-¡Pisa...! ¡Pisa...!
Sé muy bien lo que me perdí en aquel momento. Lo sé. No veía más que su espalda, pero sé perfectamente lo que hubiera sido. Por eso, ahora, todo me importa un rábano, ¿me entienden? Por eso es por lo que me importa un bledo que los muchachos vayan a afeitarme el coco mañana por la mañana. Es más, por mí como si me quieren dejar flequillo, cosa de reírse un rato; o pintarme de verde, como el coche de la policía. Me da absolutamente igual, ¿me entienden?
Slacks pisaba. Consiguió salir del paso y desembocamos en Surf Avenue. La vieja cafetera hacía un ruido horroroso. Detrás, la de la policía debía estar empezando a darnos alcance.
Poco después alcanzamos una rampa de acceso a la autopista. Se acabaron los semáforos rojos.
¡Caray! ¡Si hubiera tenido otro coche...! Todo se conjuraba. Y el de atrás arrastrándose también, pero pisándonos los talones. Parecía una carrera de caracoles. Era como para arrancarse las uñas con los dientes.
Slacks ponía de su parte todo lo que podía. Yo seguía no viendo más que su espalda, pero sabía lo que le apetecía, y me apetecía tanto como a ella. Le chillé una vez mas: «¡Pisa!». Y pisó. A continuación volvió la cabeza un segundo. Otra patrulla desembocaba en aquel momento por una rampa en la pista. Ella no la vio. Nos alcanzaba por la derecha. Por lo menos venía a setenta y cinco por hora. Al ver el árbol me hice una bola, pero ella ni siquiera se inmutó. Cuando me sacaron de entre la chatarra berreaba como un animal, y Slacks seguía sin moverse. El volante le había hundido el tórax. La extrajeron con muchas dificultades tirando de sus pálidas manos. Tan pálidas como su cara. Babeaba todavía ligeramente. Tenía los ojos abiertos. Yo tampoco podía moverme a causa de mi pata, que se me había doblado de mala manera. Pero les pedí que acercaran su cuerpo a mi lado. Entonces fue cuando vi sus ojos. Y después la vi a ella. Tenía sangre por todas partes. Chorreaba sangre. Salvo del rostro.
Le quitaron el abrigo de piel y vieron que no llevaba nada debajo, excepto los pantalones. La pálida carne de sus caderas parecía asexuada y muerta bajo el resplandor de los reflectores de sodio que iluminaban la calzada. La cremallera del pantalón estaba ya abierta cuando nos dimos contra el árbol...

Boris Vian (1947)

* Cierto tipo de pantalón deportivo muy suelto con pliegues en la cintura. (N. del T.)



sábado, 14 de junio de 2014

Andy Bey

Andrew W. Bey (nacido el 28 de octubre 1939 en Newark, Nueva Jersey) es un cantante de jazz y pianista.


Bey tiene un amplio rango vocal, con su voz de barítono de cuatro octavas.
Trabajó en un programa de televisión, Startime, con Connie Francis y cantó para Louis Jordan. Tenía 17 años cuando formó un trío con sus hermanas Salome Bey y Geraldine Bey (De Haas), llamado Andy y las Hermanas Bey. El grupo hizo una gira de 16 meses por Europa. El documental Chet Baker Consigamos perdidos muestra imágenes de Andy Bey y sus hermanas deleitando a una multitud de asistentes a la fiesta de París. El trío grabó tres discos (uno para el sello RCA Victor en 1961, dos para Prestige en 1964 y 1965) antes de separarse en 1967.
Andy Bey también hizo notables trabajos con Horace Silver y Gary Bartz.

jueves, 12 de junio de 2014

Sonny Berman

Saúl "Sonny" Berman (21 abril 1925 - 16 enero 1947) fue un trompetista de jazz estadounidense. 


Berman nació en New Haven, Connecticut. Comenzó a viajar a los dieciséis años de edad y pasó a trabajar con Louis Prima, Harry James y Benny Goodman, pero es quizás más conocido por su trabajo posterior con Woody Herman. Berman se distinguió por su solos apasionado e innovadores y su versatilidad de tono que desde el audaz y emocional hasta el duce y silencioso. También fue conocido por su sentido del humor que a menudo le abrió camino en su trabajo. 

Sonny Berman murió a la edad de 21 en la ciudad de Nueva York, al parecer por una sobredosis de drogas. Estaba adquiriendo una importante reputación como artista revelación en el momento de su muerte. Su influencia en los músicos continúa hasta nuestros días.

miércoles, 11 de junio de 2014

Ken Peplowski



Ken Peplowski (Cleveland, de Ohio, 23 de mayo de 1959) es un clarinetista y saxofonista tenor de jazz conocido principalmente como músico de swing. Ha sido comparado con Benny Goodman en materia de virtuosismo y timbre.


En su adolescencia fue integrante de numerosas bandas de menor rango, hasta que en 1978 ingresó en la Orquesta de Tommy Dorsey, dirigida entonces por Buddy Morrow, y estaría en ella dos años: desde 1978 hasta 1980. Tras dejarla, se trasladó a New York, donde formaría parte de bandas de distintos géneros: desde el dixieland hasta la música de vanguardia, pasando por orquestas sinfónicas.

Después entró de la orquesta de Benny Goodman, y con ella grabó dos discos. Antes de convertirse en director, trabajaría con diversos artistas, tales como Mel Tormé, Hank Jones,Peggy Lee, Scott Hamilton, el trompetista y cornetista Ruby Braff (1927 - 2003), Rosemary Clooney y Howard Alden.

Tras una audición con el sello Concorde, comenzó una serie de álbumes que tendrían gran aceptación en los Estados Unidos. En 1990, fue premiado por la revista estadounidenseJazz Time como mejor clarinetista del año. Su álbum más reciente se encuentra en el sello Nagel-Heyer Records.

En el 2007 fue nombrado asesor de jazz del Oregon Festival of American Music, organizado por la escuela de Eugene (Oregón) The John G. Shedd Institute for the Arts, de la que fue nombrado director del área de jazz.


martes, 10 de junio de 2014

Walter Bishop Jr

Walter Bishop, Jr. (4 octubre 1927 - 24 enero 1998) fue un pianista de jazz bop y hard bop norteamericano.
Era hijo del compositor Walter Bishop, Sr. En la escuela secundaria sus amigos incluyeron a Kenny Drew, Sonny Rollins, y Art Taylor. Comenzó su carrera musical después de la Segunda Guerra Mundial, y tocó y grabó con Art Blakey, Charlie Parker, Oscar Pettiford, Kai Winding, Miles Davis, Jackie McLean, Curtis Fuller, Terry Gibbs, Clark Terry, Blue Mitchell, y Supersax. A principios de 1960 también dirigió su propio trío con Jimmy Garrison y GT Hogan. Continuó actuando en la década de 1990.
Después de estudiar en la Juilliard School con Hall Overton a finales de 1960, fue profesor de teoría de la música en colegios en Los Ángeles en la década de 1970. En 1983 comenzó a enseñar en la Escuela Hartt de la Universidad de Hartford. También escribió un libro sobre la improvisación en el jazz.

Os dejo una versión del clásico "Speak Slow", música de Kurt Weill y letra de Ogden Nash.

lunes, 9 de junio de 2014

Dave Pell


Dave Pell es un clarinetista, oboista y saxofonista estadounidense de jazz. nacido en Brooklyn, Nueva York, el 26 de febrero de 1925.


Tras varias formaciones amateurs, firma su primer contrato profesional con la banda de Bob Astor (1941), donde conoce a Tony Pastor, en cuya banda toca en 1944, antes de instalarse en California, pasa dos años en la banda de Bob Crosby para incorporarse, en 1947 a la de Les Brown, con quien permanece varias temporadas. En 1953 crea su propio grupo, "The Dave Pell's Octet", uno de los iconos del West Coast jazz, que estará en activo hasta el primer tercio de los años 1960. Colaboran con él, músicos como Marty Paich, Shorty Rogers, Jerry Fielding, y Bill Holman.

Pell se retira, entonces, de la escena del jazz y se centra en sus actividades de estudio (publica varios discos con Liberty Records) y en producciones de Hollywood. Reaparecerá en 1978 con el grupo "Prez Conference" y, a partir de 1984 reedita su octeto, con Lennie Niehaus. Continuará su relación con el cine, realizando la banda sonora de películas de Clint Eastwood y Burt Reynolds, pero ya no dejará su grupo hasta hoy.


domingo, 8 de junio de 2014

David Matthews


David Matthews es un teclista, pianista y arreglista, nacido (4 de marzo 1942), en Sonora, Kentucky, Estados Unidos.
Graduado en la Universidad de Cincinnati con licenciatura en composición, Matthews ha compuesto bandas sonoras de televisión, así como discos con la Orquesta de Jazz de Manhattan. Él es el líder del Manhattan Jazz Quintet. Matthews también fue el líder del grupo musical The Grodeck Whipperjenny .
En 1970, comenzó a trabajar tanto como arreglista , como de director de orquesta de James Brown. Matthews ha trabajado con muchos músicos, incluyendo Bonnie Raitt, Buddy Rich, Idris Muhammad y la Starland Vocal Band. Fue arreglista para el sello CTI Records de Creed Taylor a mediados de los años 70, trabajando en álbumes de artistas como George Benson, Esther Phillip, Grover Washington Jr., Hank Crawford e Idris Muhammad. En 1978, Matthews organizó las cuerdas y la orquesta, y tocó el piano, en el CTI Records álbum Baltimore de Nina Suimone.
Actualmente divide su tiempo entre Manhattan y Kyushu , Japón.
Os lo dejo en una versión del tema "Waltz for Debbie",  tema que Bill Evans compuso dedicado a su sobrina.

sábado, 7 de junio de 2014

Lloyd McNeill

Lloyd McNeill (nacido en Washington, DC ) es un flautista de jazz y artista visual, con sede en la ciudad de Nueva York. Es generalmente reconocido como un flautista de jazz de eminente capacidad, del nivel de  James Newton, Yusef Lateef , Sam Rivers y Eric Dolphy . 

Después de haber estudiado Arte y Zoología en la Universidad Morehouse, Atlanta, pasó a ser el primero en recibir un título de MFA de la Universidad Howard en 1963. En 1964-1965, realizó más estudios de llitografía en París L'Ecole Nationale des Beaux Arts. Durante su residencia en Francia , pasó una cantidad considerable de tiempo en Cannes con Pablo Picasso y su esposa Jacqueline. También ha estudiado composición de música en privado con el compositor Hale Smith, teoría de la música y técnica de la flauta con el músico de jazz Eric Dolphy, y la técnica de la flauta clásica y repertorio con Harold Jones. McNeill enseña en varios institutos de educación superior, y es profesor emérito de la Facultad de Mason Gross de las Artes, en la Universidad de Rutgers, Nueva Jersey, traas haberse retirado en 2001. A través de la década de 1970, y además de su posición en el Arte, McNeill también impartió historia de música afroamericana, clases de flauta, y fue partícipe actrivo en el lanzamiento del Programa de Estudios de Jazz en la Universidad de Rutgers.

McNeill ha expuesto sus pinturas y dibujos en varias galerías y universidades en el noreste de EE.UU. Publicó dos volúmenes de poemas :  Blackline: A Collection of Poems, Drawings and Photographs y After the Rain: A Collection of New Poems. En 2007, Lloyd McNeill fue elegido por el USPS para diseñar un sello de correos para la celebración de Kwanzaa 2009.

viernes, 6 de junio de 2014

Walt Dickerson


Walter (Walt) Roland Dickerson (16 de abril de 1928 en Filadelfia, Pensilvania - 15 de mayo de 2008) fue un vibrafononista de jazz, fundamentalmente asociado al movimiento post-bop.

Se graduó de la Universidad Estatal de Morgan en 1953 y tras dos años en el Ejército se instaló en California. Allí comenzó a llamar la atención liderando una banda junto a Andrew Hill y Andrew Cyrille, pero fue en su último período en la ciudad de Nueva York cuando ganó fama y reconocimiento mediático. Grabó cuatro álbumes para el sello Prestige. En 1962 Down Beat lo nombró el mejor artista novel del año. 

De 1965 a 1975 se tomó un descanso en el jazz, pero más tarde volvió a reunirse con Andrew Hill y Sun Ra. Después del año 1975, grabó varios álbumes para el sello danés Steeplechase. 

Murió en mayo del 2008 de un paro cardíaco.

miércoles, 4 de junio de 2014

Bennie Moten



Bennie Moten (Kansas City, Misuri, 13 de noviembre de 1894 - 2 de abrilde 1935) fue un pianista, compositor y director de orquesta de jazz-swing.

Comenzó siendo aún niño, tocando el saxhorn en un grupo de metales de su ciudad natal. Profesionalmente se inició en 1918, al frente de un trío, que se convierte en sexteto hacia 1921. Con este grupo, realiza su primera grabación para Okeh, en 1923, y acompaña a diversas cantantes locales, como Ada Brown o Mary Bradford. Continuará realizando grabaciones de forma regular, hasta 1932, básicamente para el sello Victor, aunque para entonces el sexteto ya se había convertido en una big band. Uno de sus temas, «South», se convertirá en un verdadero best-seller (1928) y se realizarán versiones por grupos de mucho peso en la época, como las bandas de Kid Ory y Paul Whiteman. En la banda de Moten figuraron músicos como Walter Page, Count Basie, Hot Lips Page, Buster Smith o Jimmy Rushing, y, más tarde, a partir de 1931, Ben Webster, Herschell Evans y Lester Young.

Fue la banda de Moten la que estableció las bases de lo que se vino a llamar "estilo Kansas City", fundamentado en un uso extensivo de los riffs y del principio de origen africano conocido como "call and response", aplicado a los distintos grupos de la sección de viento: trompetas,trombones y saxofones, sobre un substrato de blues. Pianista modesto, muy influido por el ragtime, Moten se convierte en un director de big bandformidable, con una firme voluntad de evolución y muy escasas concesiones comerciales, con arreglos originales de Eddie Durham, Eddie Barefield o el propio Basie, un sonido original y un típico "sonido en masa" combinado con excelentes solos individuales.


martes, 3 de junio de 2014

Franco Ambrosetti


Franco Ambrosetti (nacido el 10 de diciembre 1941) es un trompetista  y compositor de jazz nacido en Lugano, Suiza,. Tal vez sea más conocido por los numerosos discos editados con el sello discográfico de jazz Enja Records. El padre de Ambrosetti, Flavio, fue un saxofonista que llegó a tocar una vez que tocar con Charlie Parker. Franco trabajó profesionalmente con su padre con frecuencia en un grupo que también incluyó a George Gruntz, entre otros. 

Franco posee formación clásica de piano y es trompetista autodidacta. Ha colaborado con varios músicos americanos y europeos en grabaciones y en festivales de jazz y conciertos, entre ellos Kenny Clarke, Dexter Gordon, Phil Woods, Cannonball Adderley, Joe Henderson, Michael Brecker, Mike Stern, Hal Galper y Romano Mussolini. Ambrosetti también tiene un master en Economía por la Universidad de Basilea.

lunes, 2 de junio de 2014

Al Gallodoro


Alfred J. Gallodoro , ( 20 Junio 1913 - 4 Octubre 2008 ) fue un clarinetista y saxofonisata estadounidense de jazz, que ejerció desde la década de 1920 hasta su muerte. Es conocido por haber sido solista de saxo alto con la orquesta de Paul Whiteman y clarinete bajo durante 12 años con la Orquesta Sinfónica de la NBC bajo la batuta de Arturo Toscanini. El bandleader Jimmy Dorsey lo alabó como "el mejor saxofonista que jamás haya existido ".
Gallodoro nació destinado a ser obrero metalúrgico de Chicago, pero se mudó con su familia a Birmingham, Alabama, cuando tenía cinco años de edad. Casi al mismo tiempo, su padre comenzó a enseñarle a tocar el clarinete por el "Método de Albert". Dedicándose a la práctica, Gallodoro comenzó a tocar con Romeo and His Juliets e hizo su primera aparición en escena en el teatro lírico de Birmingham en 1926. El verano siguiente realiza una gira por la costa del Golfo con George Evans, el intérprete de banjo de Birmingham, y decidió instalarse en Nueva Orleans, Louisiana, donde su familia se unió a él .
Después de seis años de tocar en discotecas, tabernas y espectáculos de vodevil en el teatro Orpheum, Gallodoro se trasladó a Nueva York y trabajó en las bandas de radio. En 1933 se unió brevemente a big band de Isham Jones, haciendo una sesión de grabación con él. En 1936 fue contratado para tocar el saxo alto slista en la orquesta de Paul Whiteman, uno de los grupos artísticos más populares de la época. Después de que el grupo se disolviera en 1940 fue contratado para tocar el clarinete contrabajo en la Orquesta Sinfónica de la NBC dirigida por Arturo Toscanini. Entre sus créditos está el famoso glissando de apertura de clarinete de la famosa película de Warner brothers "Rhapsody in Blue". Proclamaba haber tocado esa pieza en particular más de 10.000 veces en su carrera, bastante más que cualquier otra persona .

domingo, 1 de junio de 2014

Jacintha


Jacintha es una cantante de jazz y actriz de teatro nacida en Singapur en 1957. 

Desde joven fue muy conocida en la región de Asia-Pacífico, pero a finales de los 90, empezó a colaborar con el productor Ying Tan con quien grabó varios discos para la discográfica Groove Note de Los Angeles, lo que hizo que empezara a conquistar cierto renombre entre el público de jazz de los EE.UU… 
Su primer disco de esta etapa fue «Here’s to Ben: A Vocal Tribute to Ben Webster», grabado en 1999. 

El mismo año editó con Groove Note «Autumn Leaves: The Songs of Johnny Mercer», un álbum en vivo, al que siguieron «Lush Life» en 2001, «Jacintha Is Her Name» (dedicado a Julie London) en 2003, «The Girl from Bossa Nova» en 2004 y «Jacintha Goes to Hollywood» (que ofrecía versiones en jazz de grandes temas del cine) en 2007.