martes, 13 de diciembre de 2011

Rudy Van Gelder

"¿La receta del sonido Rudy Van Gelder? Es fácil. Toma tres o cuatro microfonos alemanes de los caros con marcado brillo en agudos, ponlos bien cerca de los instrumentos, añade algo de distorsión extra conectando un previo de micro barato sometido a saturación a una consola de radio sobrante del Ejército, pon algo de reverb plana cutre. E inmediatamente (y por no buenos motivos), copia el master en una grabadora de cinta Magnatone a +6 [dB], comprimiendo la mierda resultante mientras añades 5 dB a 5000 ciclos a todo. Eso es el sonido Rudy Van Gelder para mi".

Esto dijo Steve Hoffman, antes de darse cuenta de que hubiera sido mejor quedarse callado, del más famoso ingeniero de sonido de la historía del Jazz. El único técnico que compite en popularidad en el mundillo jazzístico con los propios músicos. El Ingeniero de Sonido de Coltrane. Así, con Mayúsculas.

Realmente, el sonido RVG no es precisamente una maravilla desde un punto de vista audiófilo. De hecho está muy lejos de ser consistente de unas grabaciones a otras. No hay más que escuchar como grababa el sonido del piano, ese instrumento del demonio para ser capturado. Ni se oye limpio ni tiene "presencia nítida" y habitualmente aparece con excesiva distorsión en la grabación. Incluso no es raro que el piano esté un poco más que desafinado (esto último no es culpa suya, o al menos no completamente suya). Y en cuanto a la "presencia" en la grabación, parece que no encontró una técnica de ubicación de micrófonos que produjera un buen sonido de piano: ni lejos ni cerca, ni es sonido reberverante ni es sonido directo. Está en un punto intermedio que en este caso no se puede considerar virtud. Reveladora de algunos de los defectos que se comentan es una escucha comparativa entre el sonido de los discos Prestige del Miles Davis Quintet, grabados en otoño de 1956, y la grabación de Art Pepper con la sección rítmica del grupo de Davis en Enero de 1957 para Contemporary Records. Un mismo pianista y dos sonidos de piano técnicamente muy distintos.

También es típica de Van Gelder su tendencia a dejarse sorprender por el ímpetu de los baterias. Elvin Jones, un bateria habitualmente potente, es un ejemplo claro, o también lo pueden ser los típicos "drum-rolls" de Art Blakey en sus discos con los Jazz Messengers. Las grabaciones de batería de Van Gelder son un cántico a la saturación en cuanto la música se muestra energética, algo habitual en el estilo hard-bop que fue el que más grabó.

En cuanto a los instrumentos de viento, les ocurre algo muy similar a lo que se percibe con las baterías. Los graba con el micrófono demasiado cerca para el ajuste de ganancia que maneja, y a veces le da problemas de saturación. El propio movimento de vaiven del instrumentista sobre el microfono en algunas grabaciones se nota para mal: a ratos satura a otros ratos no y el problema resulta molesto porque no es solo cuestión del nivel sonoro emitido. Sobre todo es perceptible en algunos discos de los años 55-57 cuando el saxofonista casi "mete" el micrófono en el pabellon. En las grabaciones de los años 60 este problema parece controlarlo mejor. Una posible comparación sonora podría darse entre los Blue Note donde aparece Coltrane (solo hay un registro como lider, "Blue Train" pero hay varios más como músico de sesión) en la segunda mitad de los cincuenta y el disco del Miles Davis Quintet con John Coltrane para Columbia Records "Milestones".

5 comentarios:

Juan Nadie dijo...

Anda que no tenía mala leche el Hoffman...

A mí me gustan las grabaciones de Blue Note, lo máximo en el jazz.

jose dijo...

Bueno, al final en que queda la cosa: Es bueno o es una mierda? ;-)

Sirgatopardo dijo...

John Coltrane y otros afirmaban que era bueno.

JODIDOS (la minina y el sietemesino) dijo...

Lo cierto es que, como buen artista, no deja indiferente a nadie.

Un saludo.

Sirgatopardo dijo...

Lo curioso es que era oftalmólogo de profesión.