jueves, 25 de agosto de 2011

Chet Baker (Deep in a Dream) Décima parte

Un joven francés hizo una película que glorificaba al trompetista, presentándolo como un dios romántico. Bertrand Fèvre, graduado en el Conservatorio del Cine francés, había trabajado como ayudante de dirección en varias películas; poco después empezó a dirigir vídeos de música pop francesa. A finales de 1986, Fèvre sintonizó una emisora de radio de París, donde vivía, y oyó a Chet Baker cantar "The Touch of Your Lips". Corrió a una tienda en busca del disco; después de escucharlo, compró a toda prisa otros cinco.
Cuando el trompetista regresó al New Morning, Fèvre estaba allí. "Me dio la impresión de que tenía delante un poeta, una voz universal -dijo-. Era la primera vez que veía a un hombre que se entregara tan a fondo a sus emociones. Y eso, en mi opinión, es muy arriesgado, eso es ser un artista: profundizar en tus emociones y después expresarlas del modo más bello". Con esa idea en la cabeza, Fèvre produjo Chet's Romance, que concentra en nueve minutos y medio la visión francesa de Chet Baker.
El presupuesto era mínimo -sólo los músicos cobraron-, pero también lo eran las necesidades de producción. El 25 de noviembre, Fèvre filmó a Baker cantando "la canción perfecta para él", "I'm a fool to want you", que a Fèvre le sonaba como el grito de un hombre desesperadamente adicto a "una persona, al amor, a la música o a las drogas, y el sufrimiento que hay detrás". Lo situó en un hotel de París que tenía el siniestro aspecto de un viejo y desierto estudio de grabación. Fèvre dirigió a Baker para que hiciera una dramática entrada por un pasadizo al fondo del estudio y bajara por una escalera antes de instalarse en un escenario delante de Riccardo del Fra, el pianista Alain Jean-Marie y George Brown, un batería estadounidense de bebop que vivía en París. Antes de que empezara a sonar la música una mano entraba en el plano y encendía un cigarrillo de Baker. Mientras el humo se arremolinaba alrededor de su cabeza, el hombre que se veía a sí mismo como la víctima definitiva, se recreaba en su sufrimiento. "Compadecedme, os necesito", gemía con voz tensa y arrastrada, mientras la contrastadísima fotografía en blanco y negro convertía su rostro en una calavera. El ritmo coincidía con el movimiento de la cámara, que giraba alrededor de Baker con una lentitud hipnótica que sugería el confuso sentido del tiempo de un yonqui.

4 comentarios:

JODIDOS (la minina y el sietemesino) dijo...

A-C-O-J-O-N-A-N-T-E.
Siempre me gustó este tipo tanto como su música. Una maravilla de trompetista.

Juan Nadie dijo...

"Un poeta, una voz universal". Quizá.

Anónimo dijo...

Quizá pelín exagerado, aunque a mí persanalmente me guste.

Anónimo dijo...

Tremendo documento. ¡¡¡Chapeau!!!.