martes, 31 de mayo de 2011

Gil Scott - Heron R.I.P.

La poesía estadounidense, el soul airado, el jazz político y la cultura hip-hop perdieron ayer a uno de sus personajes más importantes e inspiradores. Gil Scott-Heron, símbolo perdurable de la contracultura y autor de la célebre The revolution will not be televised (pieza de spoken word de 1971 a la que se suele atribuir el padrinazgo del rap) falleció a los 62 años en el hospital St Luke's de Nueva York a causa de una enfermedad contraída en una reciente gira europea.

Scott-Heron, enfermo de SIDA desde hacía algo más de dos décadas, empleó la mitad de su vida en pelear contra una adicción que dio con sus huesos en la cárcel para cumplir una pena de año y medio por posesión de drogas. Su reciente vuelta a la vida de la música grabada con un disco, I'm new here, que tristemente no estaba la altura de su alargada leyenda, y una suerte de inane experimento de remezcla de ese material, que el joven músico Jamie XX tituló We're new here, devolvió la esperanza a los aficionados al sensacional corpus que grabó en los años 70 para sellos como Flying Dutchman, Strata-East o Arista con su nombre y con el del tándem irrepetible que formaba con el pianista Brian Jackson. Finalmente, todo quedó en un audaz espejismo que al menos supuso que un Scott-Heron realmente desmejorado actuase el año pasado en Madrid y Barcelona.

El músico, nacido en Chicago, criado en el sur por su abuela e hijo de un padre ausente, el primer futbolista negro que fichó el Celtics de Glasgow, irrumpió en la escena del jazz y la poesía de Nueva York para cambiar el curso de las cosas a finales de los 60. Aquel poeta negro estaba realmente enfadado y lo plasmaba en letras brillantes, llenas de aceradas referencias políticas, ariscas teorías de la conspiración y la clase de cosas "que no te cuentan en el telediario de las once". Se acompañaba de piano y del sonido de los bongos para lanzar sus diatribas en su debú: A new black poet: Small talk at 125th and Lennox (1970), que tomó su nombre del club de Harlem en el que fueron grabadas las sesiones.

En álbum se recoge una temprana y desnuda versión de su éxito más célebre, que abriría un año después Pieces of a man, considerado como uno de los mejores álbumes de los años 70. Esta vez, Scott-Heron se ayudó de una banda compuesta por algunos de los mejores jazzmen de su generación: Bernard Purdie (batería), Brian Jackson (piano), Ron Carter (bajo) y Hubert Laws (vientos).

The revolution will not be televised es un apresurado alegato contra la banalización del mundo, la superficialidad del consumo de masas, la sociedad del espectáculo y el estúpido glamour que todo lo invade ("la revolución no dará sex appeal a tu boca"). Llena de referencias culturales y políticas (de Tim Leary a Nixon, su gran némesis; de Natalie Wood a Jackie Onassis), la canción, a la que movimientos como el 15-M devuelven periódicamente todo su sentido, funciona como una llamada a la acción directa, a dejar el sofá, no esperar a la reposición y participar en los cambios en directo.

Este tema monumental corrió el riesgo de ensombrecer un álbum sin tacha, que incluye maravillas como Home is where the hatred is, el lamento familiar de un yonqui desgraciado, o Lady day and John Coltrane, una oda a Billie Holiday y al legendario saxofonista de jazz.

A este siguieron discos como Free will, Winter in America (que incluía otro de sus clásicos, The bottle, escalofriante radiografía del alcoholismo), The first minute of a new day o From South Africa to South Carolina.

La revolución de la música disco y sobre todo su hedonista manera de ver el mundo dejó más descolocado si cabe Scott-Heron que al resto de los músicos de soul de su generación. La tribu del rap, que tanto le debía, tampoco mostró interés por restaurar su figura en los primeros compases de la historia del género a principios de los 80 (aunque sus canciones se encuentran entre las más sampleadas).

Empleó los ochenta y los noventa en fumar crack, meterse en líos y girar por Europa, especialmente Gran Bretaña; era usual verlo en el Jazz Cafe de Londres a finales de los 90. En aquellos recitales actuaba ante una audiencia de devotos admiradores, chicos blancos que sacaban sus propias conclusiones de aquellos versos negros y le reverenciaban como a una de las voces más singulares de la música de los últimos cuarenta años.

Todos ellos podrían hacer propio hoy aquel lamento que cerraba su primer disco. ¿Quién va a pagar a partir de ahora las reparaciones de sus almas?


Crónica del diario El País.



lunes, 30 de mayo de 2011

Un pacto con el diablo


La biografía de Robert Johnson, se puede contemplar desde otra perspectiva, con el aura de una parábola religiosa : es la historia de un joven que vende su alma al diablo a cambio de una incomparable capacidad para tocar blues con la guitarra. A consecuencia de esto, disfruta de un éxito clamoroso, al menos como intérprete, pero su alma es acosada por una incontrolable melancolía que tiñe toda su música.
El propio Johnson propagó la leyenda de haberse vendido al diablo. Dijo: "Si quieres aprender a tocar blues y hacer tus propias canciones, coge tu guitarra y vete a un cruce de caminos. Intenta estar un poco antes de las doce para asegurarte de no llegar tarde. Coges la guitarra y te poner a tocar un tema ahi sentado, solo. Entonces un gran hombre negro llegará caminando, te cogerá la guitarra y la afinará. Después tocará un  tema y de la devolverá. Así es como yo aprendí a tocar lo que yo quisiera".
Dadas las extrañas circunstancias que rodean su temprana y hasta la fecha, misteriosa muerte, es posible que el Diablo se cobrase el precio del pacto de convertirlo en la mayor leyenda de la historia del Blues.


domingo, 29 de mayo de 2011

Tommy McClennan


La última imagen que tenemos de Tommy McClennan es muy impactante. Michael Bloomfield cuenta que a comienzos de 1960 acompañó a Big Joe Williams en una visita al Hospital del condado de Cook, donde Tommy McClennan estaba a punto de morir de tuberculosis. Ya no podía hablar,  y su figura, ya delgada de por sí, estaba completamente consumida por el alcoholismo y la enfermedad. "No era más que un esqueleto", recuerda Bloomfield, "pero sus ojos eran como dos carbones al rojo vivo que te abrasaban".

jueves, 26 de mayo de 2011

"Ol' '55" Una canción de amor

La primera gran canción de Tom Waits, "Ol' '55", surgió más bien de su primer arrebato amoroso que de su desengaño. Era una alabanza a su viejo y destartalado Buick, cantada entre dientes en tono country. La canción describe de manera evocadora cómo un joven se levanta de mala gana de la cama de su novia al amanecer para volver a su casa por la autopista. El chico suspira por su novia, los coches le hacen señales con las luces para que se aparte del carril rápìdo, pero él se siente "tan sagrado" y "tan vivo", mientras las estrellas van desapareciendo y el solo apunta en el horizonte. El historiador Simon Schama la describió como "la canción de amor más hermosa  desde que Gershwin y Cole Porter bajaron la tapa de sus pianos".




Well my time went so quickly, I went lickety-splickly out to my old '55
As I drove away slowly, feeling so holy, God knows, I was feeling alive.

Now the sun's coming up, I'm riding with Lady Luck, freeway cars and trucks,
Stars beginning to fade, and I lead the parade
Just a-wishing I'd stayed a little longer,
Oh, Lord, let me tell you that the feeling's getting stronger.

And it's six in the morning, gave me no warning; I had to be on my way.
Well there's trucks all a-passing me, and the lights are all flashing,
I'm on my way home from your place.

And now the sun's coming up, I'm riding with Lady Luck, freeway cars and trucks,
Stars beginning to fade, and I lead the parade
Just a-wishing I'd stayed a little longer,
Oh, Lord, let me tell you that the feeling's getting stronger.

And my time went so quickly, I went lickety-splickly out to my old '55
As I pulled away slowly, feeling so holy, God knows, I was feeling alive.

Now the sun's coming up, I'm riding with Lady Luck,
Freeway cars and trucks, freeway cars and trucks, freeway cars and trucks...

miércoles, 25 de mayo de 2011

The Swinger

Asegura Tom Waits que quien pase el tiempo suficiente en la carretera conocerá, más tarde o más temprano, un pianista manco. De ser cierto, quien pase más tiempo aún quizá tope con el fantasma de Jack Teagarden, tendido en el lecho de un cuarto de hotel, en una ciudad perdida, junto a una botella de Wild Turkey.
 Cerca de ese hotel, o de alguno parecido, encontrará también otros fantasmas, el de tantos músicos de jazz que, como parte del tributo que éste solía exigir, iban de un lugar a otro, año tras año, intentando ganarse la vida mientras creaban la música más bella del siglo. Zoot Sims fue uno de ellos.
John Hanley Sims nació el 29 de octubre de 1925 en Iglewood, California. Hijo de Pete Sims y Kate Haley, artistas de vodevil, estaba acostumbrado a que su padre permaneciese ausente largas temporadas y a las estrecheces económicas pero, según sus propias palabras, era feliz en un hogar donde todo el mundo "cantaba, bailaba y tocaba algún instrumento". Los suyos eran la batería (que aprendió a tocar en la escuela) y un viejo y torcido clarinete que al cabo de tres años fue reemplazado por un saxofón tenor marca Conn, regalo de la señora Sims. Entretanto, comenzó a vender su alma al jazz frecuentando la colección de discos de su hermano, Ray, cuatro años mayor que él y, con el tiempo, un trombonista apreciable, ausente de cualquier enciclopedia, que integraría las orquestas de Les Brown, Benny Goodman y Harry James. Entre aquellos discos de pasta, Zoot (todavía Jack) descubrió a Basie, a Ellington y al propio Goodman, a la vez que quedaba marcado por sonidos tan opuestos y complementarios como los de Lester Young y Ben Webster.


martes, 24 de mayo de 2011

De antojo

Hoy me he levantado con ganas de poner al viejo Van Morrison, si a alguien no le gusta que ponga una de Bisbal, Michael Jackson o Bustamante.




Feliz 70 cumpleaños Mr. Zimmerman

Bob Dylan es un faro de la cultura occidental, y por eso, en la fecha de su cumpleaños número 70, todos los tributos son pertinentes.




They're
Selling postcards
Of the hanging
They're painting
The passports brown
The beauty parlor
Is filled with sailors
The circus is in town
Here comes
The blind commissioner
They've got him in a trance
One hand is tied
To the tight-rope walker
The other is in his pants
And the riot squad
They're restless
They need somewhere to go
As Lady
And I look out tonight
From Desolation Row

Cinderella
She seems so easy
"It takes one to know one"
She smiles
And puts her hands
In her back pockets
Bette Davis style
And in comes Romeo
He's moaning
"You Belong to Me I Believe"
And someone says
" You're in the wrong place
My friend
You better leave"
And the only sound that's left
After the ambulances go
Is Cinderella sweeping up
On Desolation Row

Now at midnight all the agents
And the superhuman crew
Come out and round up everyone
That knows more than they do
Then they bring them to the factory
Where the heart-attack machine
Is strapped across their shoulders
And then the kerosene
Is brought down from the castles
By insurance men who go
Check to see
That nobody is escaping
To Desolation Row

Right now I can't read too good
Don't send me no more letters no
Not unless you mail them
From Desolation Row
--------------------
Están vendiendo postales del ahorcamiento
Están pintando los pasaportes color café
El salón de belleza está repleto de marineros
El circo está en el pueblo
Y aquí viene el comisionado ciego
Lo tienen en trance
Una mano la tiene atada a la soga del equilibrista
Y la otra en sus pantalones
Los del escuadrón antimotines están inquietos
Necesitan un lugar adonde escapar
Mientras la Dama y yo observamos
Desde la calle de la desolación

Cenicienta, que parece tan etérea
“Con una vida basta para conocer a otro”, sonríe
Y vuelve a meter las manos en los bolsillos traseros
Emulando a Bette Davis
Y llega Romeo, que se queja
“Creo que tú eres mía”
Y le dicen, “Estás en el lugar equivocado, compadre,
es mejor que te largues”
Y el único sonido que queda
Después de que la ambulancia se va
Es el de Cenicienta barriendo
En la calle de la desolación

Ahora es medianoche y todos los agentes
Y la muchedumbre sobrehumana
Llegan y los rodean a todos
Los que saben más que ellos
Y los llevan a la fábrica
Donde la máquina infartante
Es llevada como mochila
Y el queroseno es traído
desde los castillos
por los vendedores de seguros que van
A constatar que nadie esté escapando
Hacia la calle de la Desolación

Ahora mismo me cuesta leer
Y no me mandes más cartas
No a menos que las mandes
Desde la calle de la Desolación

lunes, 23 de mayo de 2011

Un vagabundo impenitente


Big Joe Wiliams nunca llegó a sentar la cabeza. Durante un tiempo, estuvo instalado en Saint Louis, y más adelante en Chicago, pero su "residencia" en esta ciudad, era nada más y nada menos que el sótano de una tienda de discos, e incluso este centro de operaciones quedaba abandonado cuando Big Joe sentía la llamada de la carretera. Pero mientras las carreras de otros intèrpretes de blues tradicional languidecían, Williams siempre se apañó para conseguir contratos de grabación; a diferencia de la mayoría de los músicos de su época, Williams nunca sufrió un parón en su carrera discográfica, que además durá bastantes años. Cuando murió en 1982, había grabado docenas de discos de larga duración para un montoón de sellos diferentes. En algunos casos, asus obras incluían material que ya había grabado con anterioridad, pero nunca carecieron de pasión y autenticidad. Su mayor éxito fue sin duda la multiversionada canción "Baby Please Don't Go".




Last Kind Words Blues (Geeshie Wiley)




La obra maestrra de la cantante  Geeshie Wiley es su "Last Kind Words Blues" (El blues de las últimas palabras amables), una doliente canción de gran aliento que evoca el espíritu del blues minetras se aleja de forma evidente de su armonía y de su estructura. En ella se yuxtaponen imágenes de gran violencia con tiernas expresiones de amor, poniendo de manifiesto que Wiley poddía resultar tan sorprendente con sus letras conio con su manera de tocar la guitarra.

The last kind word I heard my daddy say
Lord the last kind word I heard my daddy say
If I die, if I die in the German War
I want you to send my body, send it to my mother-in-law
If I get killed, if I get killed, please don’t bury my (soul) (sword)
I (p’fer) just leave me out, let the buzzards eat me whole
When you see me comin’, look ‘cross the (rich man’s) (Richland) field
If I don’t bring you flour, I’ll bring you (?)
(Guitar Solo)
I went to the depot, I looked up at the sign
Cry some train don’t come, there’ll be some walkin’ done
My momma told me, just before she died
Lord, (since the dawn, I thought you’d be so wise) (I brought you a piece of ?)
The Mississippi River, you know it’s deep and wide
I can stand right here, see my (babe) (face) from the other side
What you do to me baby, it never gets out of me
I mean I’ll see you, after I cross the deep blue sea

domingo, 22 de mayo de 2011

El príncipe del Rock & Roll


De espíritu inconformista, turbulento en su manifestación escénicas y salvaje en sus ejecuciones al piano, Jerry Lee Lewis simbolizaba la rebeldía juvenil y actitud altanera que supuso el estallido del rock'n'roll en la década de los 50, base sonora de la gran mayoría de los movimientos musicales posteriores.

sábado, 21 de mayo de 2011

Booker "Bukka" White

Booker "Bukka" White tenía 29 años cuando conoció al mayor de los Lomax, que le doblaba en edad, pero no es fácil decir quién de los dos había vivido una vida más completa y azarosa en aquel momento. White también había vivido mundo, y sus viajes no habían carecido de cierta grandiosidad. Había combatido con éxito como boxeador profesional en  Chicago, había jugado al béisbol a un nivel semiprofesional con los Birmingham Black Cats durante dos temporadas, había trabajado como chico para todo y como musico en el espectáculo itinerante de Silas Green, había vendido licores de contrabando, había tocado la guitarra en garitos y fiestas y había absorbido el blues del Delta de primera mano en la época en que vivía en la granja de su padre en Granada, "una tierra excelente".

" Iba vagabundeando, dormía en las vías del tren, al lado, ya sabes (...). Cuando veía un peral o un manzano accesibles, iba, me llenaba el bolsillo y volvía a subirme a un tren de carga y empezaba a tocar aquélla vieja guitarra. Eso hacía que los demás vagabundos se pusieran contentos y pronto se organizaba una especie de comida. Tío, te lo digo, no veía ninguna posibilidad más de seguir adelante".


(Fragmento de "las música del Delta del Mississippi" Ted Gioia, Ediciones Turner Noema)



viernes, 20 de mayo de 2011

Allen Ginsberg



Poeta estadounidense, nacido en Newark (Nueva Jersey). Portavoz de la Beat Generation de los años cincuenta, cantor de la América underground y voz de vagabundos y marginados, Ginsberg escribe en la tradición de Walt Whitman y William Carlos Williams. Su poesía es informal, discursiva, incluso repetitiva; su inmediatez, honestidad y su explícito contenido sexual le proporciona a menudo una cualidad improvisada. Aullido (1956) constituye una crítica furiosa contra las falsas esperanzas y rotas promesas de la historia de su país.



Aullido (fragmento)


" He visto las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, histéricos famélicos muertos de hambre arrastrándose por las calles, negros al amanecer buscando una dosis furiosa, cabezas de ángel abrasadas por la antigua conexión celestial al dínamo estrellado de la maquinaria de la noche, quienes pobres y andrajosos y con ojos cavernosos y altos se levantaron fumando en la oscuridad sobrenatural de los departamentos con agua fría flotando a través de las alturas de las ciudades contemplando el jazz.
Quienes expusieron sus cerebros al Cielo, bajo El y vieron ángeles Mahometanos tambaleándose en los techos de apartamentos iluminados.
Quienes pasaron por las universidades con ojos radiantes y frescos alucinando con Arkansas y la tragedia luminosa de Blake entre los estudiantes de la guerra.
Quienes fueron expulsados de las academias por locos por publicar odas obscenas en las ventanas del cráneo.
Quienes se encogieron sin afeitar y en ropa interior, quemando su dinero en papeleras y escuchando el Terror a través de las paredes.
Quienes se jodieron sus pelos púbicos al volver de Laredo con un cinturón de marihuana para New York. 
Quienes comieron fuego en hoteles coloreados o bebieron trementina en Paradise Alley, muerte, o purgaron sus torsos noche tras noche con sueños, con drogas, con pesadillas despiertas, alcohol y verga y bolas infinitas, ceguera incomparable; calles de nubes vibrantes y relámpagos en la mente saltando hacia los polos de Canadá y Paterson, iluminando todas las palabras inmóviles del Tiempo, sólidos peyotes de los vestíbulos, amaneceres en el cementerio del árbol verde, ebriedad del vino en los tejados, puestos municipales el neón estridente luces del tráfico parpadeantes, vibraciones del sol, la luna y los árboles en los bulliciosos crepúsculos de invierno de Brooklyn, estrepitosos tarros de basura y una regia clase de iluminación de la mente.
Quienes se encadenaron a sí mismos a los subterráneos para el viaje infinito desde Battery al santo Bronx en benzedrina hasta que el ruido de las ruedas y niños empujándolos hacia salidas exploradas estremecidas y desiertos golpeados de cerebros absolutamente secos de esplendor en la melancólica luz del Zoo. 
Quienes se hundieron toda la noche en la luz submarina de Bickford's emergidos y sentados junto a la añeja cerveza después del mediodía en el desola'do Fugazzi's, escuchando el crujido del destino en la caja de música de hidrógeno.
Quienes hablaron setenta horas seguidas desde el parque a la barra a Bellevue al museo al Puente de Brooklyn, batallón perdido de conversadores platónicos bajando de espaldas las escaleras de escape de los alfeizares del Empire State lejos de la luna, gritando incoherencias, vomitando susurrando hechos y recuerdos y anécdotas y patadas en la bola del ojo y traumas de hospitales y cárceles y guerras, intelectos enteros disgregados en amnesia por siete días y noches con ojos brillantes, carne para la Sinagoga arrojada al pavimento.
Quienes se desvanecieron en ninguna parte de Zen New Jersey dejando un reguero de ambiguas postales ilustradas de Atlantic City Hall, sufriendo sudores orientales y artritis Tangerianas y jaquecas de China bajo la basura en las salas sin muebles de Newark.
Quienes dieron vueltas y vueltas en la medianoche por el patio de trenes preguntándose adónde ir, y fueron, sin dejar corazones rotos.
Quienes prendieron cigarrillos en vagones traqueteando por la nieve hacia granjas solitarias en la noche del abuelo.
Quienes estudiaron a Plotino, Poe, San Juan de La Cruz, telepatía y cábala debido a que el cosmos instintivamente vibraba en sus pies en Kansas. 
Quienes solos por las calles de Idaho buscaban ángeles indios visionarios que fueran ángeles indios visionarios.
Quienes pensaban que sólo estaban locos cuando Baltimore destellaba en éxtasis sobrenatural.
Quienes saltaron a limusinas con el Chinaman de Oklahoma impulsados por la lluvia de los pequeños pueblos a la luz callejera de la medianoche del invierno.
Quienes haraganeaban hambrientos y solos por Houston buscando jazz o sexo o sopa, y siguieron al brillante español para conversar sobre América y la eternidad, una tarea sin esperanza, y tomaron un barco para Africa.
Quienes desaparecieron en los volcanes de México dejando tras suyo nada excepto la sombra del estiércol y la lava y la ceniza de la poesía quemada en Chicago.
Quienes reaparecieron en la Costa Oeste investigando el F.B.I. en barbas y pantalones cortos con grandes ojos pacifistas atractivos en su oscura piel entregando incomprensibles folletos.
Quienes se quemaron sus brazos con cigarros encendidos protestando contra la bruma narcótica del tabaco del Capitalismo.
Quienes distribuyeron panfletos supercomunistas en Union Square sollozando y desvistiéndose mientras las sirenas de Los Alamos los deprimían, y se deprimía Wall, y el ferry de Staten Islan también se deprimía.
Quienes rompieron a llorar en blancos gimnasios desnudos y temblorosos frente a la maquinaria de otros esqueletos.
Quienes mordieron detectives en el cuello y chillaron con placer en autos policiales por no cometer un crimen salvo su propia pederastia salvaje y su intoxicación.
Quienes aullaron de rodillas en el metro y fueron arrastrados por el techo ondeando sus genitales y manuscritos.
Quienes permitieron ser penetrados por el ano por virtuosos motociclistas, y gritaron con alegría.
Quienes chuparon y fueron chupados por aquellos serafines humanos, los marineros, caricias del amor Atlántico y Caribeño.
Quienes eyacularon en la mañana en la tarde en jardines de rosas y en el pasto de parques públicos y cementerios esparciendo su semen libremente a quienquiera que llegara.
Quienes hiparon sin cesar tratando de reír pero se torcían de llanto detrás de un cubículo de un Baño Turco cuando el ángel rubio y desnudo venía a atravesarlos con una espada.
Quienes perdieron a sus amantes por las tres viejas musarañas del destino, la musaraña tuerta del dólar heterosexual, la musaraña tuerta que hace guiños fuera del útero y la musaraña tuerta que no hace nada sino sentarse en su trasero y corta las hebras doradas intelectuales del vislumbre del artesano.
Quienes copularon extáticos e insaciables con una botella de cerveza, un novio, un paquete de cigarrillos, una vela y se cayeron de la cama, y continuaron en el suelo y por los pasillos y terminaron desmayándose en la pared con una visión del último coño y llegaron a eludir el último atisbo de conciencia.
Quienes endulzaron las conchitas de un millón de chicas temblorosas en el ocaso, y tenían los ojos rojos en la mañana pero preparados para endulzar las conchitas del sol naciente, destellantes traseros bajo los establos y desnudos en el lago. 
(...)
Rocky Mount para ofrecer Buddha o Tánger a los muchachos al Southern Pacific a la locomotora negra o a Harvard a Narciso a Woodland para la sepultura o daisychain.
Quienes exigieron juicios de cordura acusando a la radio de hipnotismo y fueron dejados con su locura y sus manos y un jurado colgado. 
Quienes arrojaron papas saladas a los conferencistas de Dadaismo en CCNY y subsecuentemente se presentaron ellos mismos en las baldosas de granito del manicomio con cabezas rapadas y un discurso arlequinesco de suicidio, demandando una lobotomía instantánea, y quienes a su vez se entregaron a la nulidad concreta de la insulina, Metrazol, electricidad, hidroterapia, psicoterapia, terapia ocupacional, ping pong y amnesia.
Quienes en protesta seria dieron vuelta sólo una simbólica mesa de ping pong, descansando brevemente en catatonia, volviendo años después verdaderamente calvos excepto por una peluca de sangre, y lágrimas y dedos, a la visible fatalidad del hombre loco de los pupilos de los pueblos locos del Este, salas fétidas de Pilgrim State's Rockland's y Greystone discutiendo con los ecos del alma, pegando y rodando en la soledad-banca-dolmen-reinos del amor de medianoche, sueños de vida en una pesadilla cuerpos convertidos en roca tan pesados como la luna, con la madre finalmente, y el último libro fantástico arrojado por las ventanas del departamento, y la última puerta cerrada a las 4 A.M. y el último teléfono pegado a la pared sonando y la última pieza amueblada, un papel rosa amarillo torcido en un colgador de alambre en el closet, e incluso eso imaginario, nada sino un poco de esperanzadora alucinación ah, Carl, mientras no estés seguro yo no estoy seguro, y ahora tú estás realmente en la sopa animal total del tiempo y quienes por lo tanto corrieron a través de las calles congeladas obsesionados con un repentino destello de la alquimia del uso de la elipse el catálogo el metro y el plano vibrante.
Quienes soñaron y encarnaron brechas en el Tiempo y Espacio a través de imágenes yuxtapuestas, y atraparon al arcángel del alma entre 2 imágenes visuales y unieron los verbos elementales y establecieron el nombre y rasgos de la conciencia al mismo tiempo saltando con sensación de Pater Omnipotens Aeterna Deus para recrear la sintaxis y medida de la pobre prosa humana y ponerse frente a ti estupefacto e inteligente y sacudirse con vergüenza, rechazando incluso revelar el alma para conformarse al ritmo del pensamiento en su desnuda y eterna cabeza, el vagabundo loco y el golpe del ángel del Tiempo, desconocido, incluso poniendo aquí lo que podría dejar de ser dicho en tiempo de volver después de la muerte, y surgieron reencarnados en los trajes fantasmales del jazz en la sombra del corno dorado de la banda y exhalar el sufrimiento de la mente desnuda de América para amar en un eli eli lamma lamma sabacthani saxofón que llora estremeciendo las ciudades bajo la última radio con el corazón absoluto del poema de la vida descarnada de sus propios cuerpos buenos para comer mil años. "

jueves, 19 de mayo de 2011

Freedom Now Suite, el Jazz Protesta

En ese contexto se desarrolla la grabación el 31 de agosto y el 6 de septiembre de 1960 de We insist! Freedom Now suite, un trabajo que no escapó a la tensión propia del momento. Desde su propia gestación ya que, en origen, se trataba de una colaboración entre Max Roach y el letrista Oscar Brown que acabó por quebrarse. Roach y Brown representaban dos visiones de la lucha por los derechos civiles con matices diferenciales. Oscar Brown dijo: Max pensaba que Malcolm X tenía una solución mejor que Martin Luther King. Es decir, la visión de Max Roach era algo más radical que la de Brown, más afín a la no violencia promulgada por quien años después, en 1963, declaró haber tenido un sueño. Así, y siempre según Oscar Brown, la idea original era haber creado una gran obra que recorriera la historia de la percusión africana titulada The Beat de la que en la suite finalmente grabada por Roach se recogen tres movimientos, aunque en un orden diferente al pensado por BrownThe Beat debía abrirse con All Africa seguido de Driva´man y cerrado por Freedom Day. Es decir, había una intencionalidad evolutiva inversa a la propuesta por Max Roach. Oscar Brown proponía un viaje desde el África originaria de la percusión, pasando por la esclavitud africana en Estados Unidos, y culminando con la celebración de la libertad que llegó con la proclamación de emancipación realizada en 1863 por Abraham Lincoln en los Estados Confederados de América – para cuyo centenario se estaba creando esta obra - . Sin embargo Roach invirtió el orden: primero fue la esclavitud (Driva´man), después la libertad (Freedom day) y por último África (All Africa). Una diferencia de perspectiva que se acentuó, además, con dos movimientos que Brown no contemplaba para la suite original: el tríptico Prayer / Protest / Peace y el número final: Tears for Johannesburg (dedicado a las víctimas de un tiroteo policial en Sharpeville – Sudáfrica – que terminó con 69 muertos el 21 de marzo de 1960). El tríptico conforma el movimiento más dramático y tenso. Se trata de un dúo entre la batería de Max Roach y la voz de Abbey Lincoln que, al llegar al momento de Protesta, estalla en un grito desgarrador y primitivo. Las notas del libreto del disco, firmadas por el crítico Nat Hentoff, explican: ‘Protesta’ es la liberación final e incontrolable de la rabia y la ira que han sido contenidas por el miedo durante tanto tiempo que la catarsis sólo es posible arrancando dolorosamente toda la furia acumulada y la hiriente y cegadora amargura. A través de todas las formas de protesta, incluida, sin duda, la violencia. El tono espiritual, sureño, gospel y bluesdel segmento de Plegaria da paso, mediante un redoble de la batería de Max Roach, a la tensión de los gritos de Abbey Lincoln acompañados por la agitada batería de Roach hasta que, cuando la violencia de la voz parece hacerse insoportable, un golpe de plato nos  devuelve el remanso de Paz, también a la voz de Lincoln (siempre onomatopéyica) y a la batería de Roach que termina por establecer un ritmo continuo que permanece invariable hasta el final del tríptico.
Ya sea por la muerte de Abbey Lincoln o por los cincuenta años que ahora se cumplen de la grabación, cualquier excusa merece la pena para recuperar (o descubrir) este disco que, aunque musicalmente es disfrutable por sí mismo, puede entenderse y paladearse con mayor fruición si se conocen las circunstancias sociopolíticas del momento y su proceso de gestación. Sin olvidar tampoco que su aparente radicalidad musical (especialmente  la del ya comentado Protest) es tan sólo un apunte colorista y si se quiere naif ante la gran revolución que el Jazz estaba alumbrando por aquel entonces: el Free Jazz.



miércoles, 18 de mayo de 2011

Sarah Vaughan & Nnenna Freelon



La cantante, Nnenna Freelon, es sin duda una de la cantantes de jazz contemporáneas mas importante. Su música tiene una calidad extraordinaria y la popularidad que ha conseguido fuera de los ámbitos exclusivamente jazzisticos, no le han desviado del camino del swing. Tres veces nominada para los premios Grammy, sintió desde muy temprana edad la llamada de la música, si bien antes de emprender la carrera profesional que le habría de llevar al sitio que ocupa en la actualidad se graduó en Servicios Sociales en la Universidad de Durham, de Carolina del Norte, y tuvo tres hijos. Estudió con Yusef Lateef y perteneció durante varios años a una banda en la que Woody Williams era el baterista.
Tras una aparición estelar con Ellis Marsalis, graba su primer disco en 1992, que atrae la atención de la crítica, que rápidamente ven en ella la influencia de Sarah Vaughan una de las cuatro mejores cantantes de la historia del jazz. 

Os dejo una confrontación entre ambas en el clásico "Round Midnight" del gran Thelonious Monk.







martes, 17 de mayo de 2011

El blanco que quiso ser Louis Armstrong


Traficante de marihuana y clarinetista pasable,   Milton "Mezz Mezzrow" pasó a la historia por su autobiografía, crónica íntima y fundamental de los pioneros del jazz.. Porque el blues es un chaval negro, recostado en un colchón de cáscaras de maíz en un reformatorio de Michigan, que en mitad de una fría noche de principios de siglo XX no puede contener un gramo más de angustia y comienza a cantar: "Oohh, no voy a hacerlo más, / Oohh, no voy a hacerlo más, / Si no hubiese bebido tanto whisky / no estaría tirado en este duro suelo". Milton Mezz Mezzrow (1899-1972) era blanco, pero desde que lo encerraron en el reformatorio de Pontiac por robar un coche y escuchó los aullidos narcotizados de los negros su alma comenzó a cambiar de color. Porque Mezzrow, tras varios años de inmersión en el gueto de Harlem y casado con una chica negra, creía que era un negro. "Llegó verdaderamente a pensar que se le había abultado el contorno de los labios, que el pelo se le había erizado y endurecido y que su piel se había oscurecido. Se había reducido a pulpa (...) para emerger justo como lo contrario de su herencia original: un negro en estado puro", escribió Bernard Wolfe .

"¿Una escuela de música? ¿Bromeas? Aprendí a tocar el saxo en el reformatorio de Pontiac". Mezzrow se metió en la banda de música haciéndose pasar por director de orquesta y empezó de corneta, despertando a sus compañeros de pasillo con el toque de diana. Cuando en 1940 volvió a la cárcel (por error: según él, siempre era inocente), pidió que le trasladasen al pabellón de los negros porque se consideraba uno de ellos. Y lo consiguió.

Mezz (como le conocían todos, nombre que acabaría formando parte de la jerga del jazz para designar cualquier cosa inusualmente buena) no se podía contener y se unía a los reos negros cuando entonaban espirituales. "Encajé con tanta facilidad, ligándome a las distintas armonías como si fueran parte de mí, que al concluir todos se pusieron a cacarear con regocijo", cuenta Mezzrow. Un enorme joven negro llamado Red sentenció: "Parece que el chico judío sabe también de qué va el rollo".

Con su inseparable clarinete a cuestas, el músico militó en numerosos combos de jazz y se relacionó con los pioneros del género. Cuenta Mezzrow que los camareros escondían los azucareros en cuanto Joe King Oliver, músico de referencia de Louis Armstrong (le llamaba Papa Joe), entraba por la puerta. Al parecer, Oliver tenía por costumbre comprar pan después de los conciertos y entrar en cualquier cafetería para hacerse bocadillos de azúcar. "Podía comerse dos o tres barras de una tacada, con sus correspondientes azucareros", escribe Mezz.

Su músico más admirado fue, sin embargo, Louis Armstrong, del que primero fue fan y luego amigo. Dice que cuando iba a casa de Satchmo siempre lo pillaba en el baño: "Ese hombre disfrutaba realmente de su baño y su afeitado. El modo en que se afeitaba me traía a la memoria aquella ocasión en que Louis estaba tocando y yo le rocé accidentalmente. Os juro que el cuerpo entero le vibraba como una de esas máquinas de los parques de atracciones que miden cuántos voltios puedes soportar".

Mezzrow confirma la leyenda (negada por Louis Armstrong) sobre el origen del popular ‘scat', la improvisación donde los cantantes dicen sílabas sin sentido. "Louis nos revelaría cómo ocurrió: durante la grabación se había acercado al micrófono y había empezado a cantar su parte vocal cuando se le cayó al suelo la partitura con la letra, por lo que no le quedó otra que improvisar hasta el final", escribe sobre el tema Heebie Jeebies.

Y ‘Mezz' llegó a París

Mezzrow es un experto en música y lo demuestra escribiendo páginas exquisitas sobre sus gustos y sus formaciones favoritas. En su carrera como músico tocó en varias orquestas y llegó a hacer giras por Europa. Muchos parisinos descubrieron a Louis Armstrong gracias a él: "Las compañías discográficas, en aquellos tiempos, ocultaban al mundo esta música maravillosa. Los discos de los grandes artistas de jazz negros siempre se presentaban por separado, bajo la nominación de música racial".

Tras vivir varios años en Harlem, ‘Mezz’ creía que era de verdad negro

Mezz terminaría convenciendo a los taquilleros de un teatro parisino para que pusieran por los altavoces de la marquesina la versión de Ain't misbehavin' de Fats Waller ("provocó en la calle un atasco de varias manzanas") e introdujo en el estilo hot a un jovencito Hughes Panassié. Años después, este impulsaría los famosos Hot Clubs de Francia, que llegarían a extenderse por todo el mundo.

Mezzrow también habla de drogas minuciosamente y en primera persona: suministraba marihuana a los músicos y terminó enganchado al opio. Sin embargo, si los beats se caracterizaban por la falta de escrúpulos y la laxitud de valores, en Mezzrow encontramos un ser humano entrañable, extremadamente vital y con especial sensibilidad hacia los parias. 

El día que Mezz mandó callar a Al Capone


Cuando llegó a Chicago, Mezz Mezzrow y su banda comenzaron trabajando en el Arrowhead Inn, establecimiento controlado por el sindicato de Al Capone. El hermano pequeño de Al, Mitzi, solía pasarse por el local para evitar sabotajes a la hora de recibir los cargamentos de bebida. Mitzi tenía solo 18 años y no tardó en enamorarse de 
una de las cantantes, Lillian, algo que no hacía mucha gracia a su hermano Al.

Una noche, el jefe de la mafia acudió al local para darle un mensaje a Mezzrow: "Despide a esa chica. Échala de aquí. Si vuelvo a oír que siguen juntos te vas tú detrás de ella". Lejos de despedirla, el clarinetista la defendió como una de las mejores artistas del local. Cuando Capone le dijo que ni siquiera sabía cantar, Mezzrow le gritó: "¿Que no sabe cantar? ¡Bah! Ni siquiera podrías distinguir un buen whisky por su aroma, ni aún tratándose de tu propia estafa, ¿cómo te atreves a hablarme a mí de música?".

Fue en ese momento cuando Mezz se percató de que estaba hablando con un hombre rodeado por seis matones. Pero el mafioso reaccionó con una carcajada: "¿Habéis visto al profesor? Ja, ja, ja. El chaval los tiene bien puestos". Y desde entonces, todos conocieron a Mezz como el profesor. Todo esto, por supuesto, es sólo la versión del clarinetista.


 



domingo, 15 de mayo de 2011

Blind Lemon Jefferson

No se sabe si Jefferson era ciego desde que nación el 24 de Septiembre de 1893 o si perdió la vista en su juventud. En cualquier caso, sus finos oídos lo guiaron de manera infalible, tanto en su localidad, donde deambulaba a través de los bosques, por los senderos o a lo largo de rutas complicadas sin que nada lo ayudara, como, de forma todavía más impresionante, por las cuerdas y trastes de su guitarra, donde Jefferson demostró una extraordinaria capacidad para tocar blues, canciones religiosas y otros estilos populares desde una edad muy temprana.
(Fragmento de "las música del Delta del Mississippi" Ted Gioia, Ediciones Turner Noema)